sábado, 10 de mayo de 2014

Símbolo, Creatividad y Metáfora 1/4

SÍMBOLO, CREATIVIDAD Y METÁFORA

UN PUENTE ENTRE EL MUNDO INTRAPSÍQUICO Y LA PSICOTERAPIA DIALÓGICA



PREMISA
“Como llegamos a transformar de manera aprovechable prácticamente sólo una parte muy limitada de la energía natural, ya que estamos obligados a que la parte de sobras  mayor produzca, inutilizada, sus efectos en fenómenos naturales, así también en nuestra naturaleza psíquica no podemos sustraer al decurso natural más que una pequeña parte de energía. Una parte infinitamente mayor se nos escapa, y mantiene el curso natural de la existencia. Por esto la libido se divide naturalmente entre los distintos sistemas funcionales, a los que no puede ser sustraída por entero. La libido se encarna en estas funciones en la forma de fuerza específica suya, no transformable. Sólo donde acontece que el símbolo ofrezca un gradiente mayor al de la naturaleza es posible traducir la libido en otras formas [...] El hecho de que el símbolo haga posible esta desviación, demuestra que no toda la libido se ha fijado de manera conforme a las leyes de la naturaleza, y que se ha deducido de ello un cierto quantum de energía, que podremos definir excedente libídico  [...] El excedente libídico da origen a ciertos procesos psíquicos que las puras y simples condiciones naturales no explican en absoluto, o que lo explican de manera muy inadecuada. Son procesos religiosos, cuya naturaleza es sustancialmente simbólica. Símbolos de representaciones son las ideas religiosas, símbolos de acciones son los ritos y ceremonias. Son las manifestaciones del excedente libídico. Y son, al mismo tiempo, pasajes hacia nuevas actividades, que deben ser definidas específicamente actividades culturales, en antítesis con las funciones instintivas que se desarrollan según las leyes naturales”
Carl Gustav Jung, Energética Psíquica 


A través de la vasta y compleja producción de Jung aparecen diversas y a veces contrastantes visiones respecto de la esencia de la psique.  Entramado de elementos antinómicos en tensión dialéctica, conjunto de complejos cuya tonalidad afectiva se enfrenta una y otra vez con el complejo del Yo, equilibrio de funciones guiadas por el principio compensatorio... la psique adquiere para Jung la conformación de sus hipótesis de investigación analítica. Paralelamente, aun el principio animador de las actividades psíquicas, esto es, el concepto de libido, hace su recorrido a lo largo del eje que va desde el genérico impulso vital bergsoniano hasta la simple manifestación energética de la adaptación natural (salvo un cierto quantum de energía llamado excedente libídico).

En cualquier caso, Jung no olvida nunca que existe un nexo, aun problemático, entre las actividades intrapsíquicas y las actividades intersubjetivas, es decir, la psique es susceptible de ser comprendida atendiendo a lo que hace para mantener un equilibrio en sí misma, de la misma manera que puede serlo atendiendo a lo que hace para mantener un equilibro con el otro –quien quiera que sea- con el que está en relación. Desde las primeras especulaciones sobre los complejos a tonalidad afectiva, Jung no abandonó más la idea según la cual todo elemento estudiable de la psique no es, a fin de cuentas, más que el elemento de una relación. Desde ese punto de vista podemos decir que la psique es vista por Jung como un órgano de relaciones complejas, como un conjunto de funciones dinámicas que desarrollan su actividad contemporáneamente hacia la homeostasis interior y hacia la homeostasis exterior.

Siguiendo este razonamiento, podemos concluir que estas dos direcciones homeostáticas se hallan en una relación estrecha e inseparable: si inicialmente falta la homeostasis interior, antes o después se acabará por perder la homeostasis con el otro; si, por el contrario, lo que resulta comprometida es la homeostasis con el otro, ello repercutirá en el sentimiento de inadecuación, sucesivamente vivido cada vez más como un fracaso intrasubjetivo. La  psique, pues, mueve sus pasos dinámicamente hacia la puesta en marcha de funciones relacionales complejas en cualquier dirección imaginable; no conoce en su devenir temporal movimientos convergentes que no sean al mismo tiempo divergentes, y viceversa. De ahí su compleja inaprensibilidad.

Por el contrario, la psicoterapia es el proceso de relación que se establece entre la psique del paciente y la psique del terapeuta con el fin de alcanzar un alivio en la primera de ellas. En lo concreto, dado un sufrimiento, una perturbación, una aflicción cualquiera en la psique del paciente, este último, aquel que padece (de paciente) y que espera (también esto proviene etimológicamente del término paciente), se dirige hacia un determinado terapeuta con la expectativa de encontrar una mejoría a través de la relación con él. El diálogo que se establece durante el proceso psicoterapéutico, siendo sustancialmente un diálogo entre las dos psiques, nunca podrá perder de vista el fin terapéutico, pero, por otro lado, tendrá que vehicular necesariamente también los materiales de ambas psiques en relación, desarrollando las direcciones convergentes y divergentes propias de la comunicación de cada una de ellas.

Obviamente, el conocimiento por parte de la psique del terapeuta respecto a las funciones de adaptación natural que toda psique debe seguir para alcanzar una cierta homeostasis estructural –tanto interna como externa-, será un conocimiento necesario y preliminar desde un punto de vista general. Mas, una vez que se haya instaurado el proceso psicoterapéutico, a medida que el factor interpersonal y específico del diálogo entre las dos psiques particulares vehicula en ambas direcciones algunos materiales que se sustraen al menos en parte a los discursos generales (piénsese en los factores de colaboración, empatía, simpatía, consenso entre los estilos comunicacionales...),  entonces será necesario modular la propia mirada según las posibilidades efectivas de la relación misma.

Y esa mirada ya relacional –que contempla el andamiento del proceso psicoterapéutico-, paradójicamente no sólo deviene operativa en la temática intersubjetiva, sino que resulta ser la única mirada capaz de dar razón –de captar y a la vez activar- las funciones psíquicas estrictamente relacionales, esto es, del conjunto de funciones que desarrollan su propio dinamismo independientemente de la distinción intrasubjetivo/intersubjetivo, ya que se despliegan –una vez activadas- en cualquier dirección posible.

A ese respecto, en la obra junguiana es conocido el caso de la función simbólica, procedente de aquella fractura entre el hombre y la naturaleza llamada por Jung “excedente libídico”. En nuestra investigación, añadiremos a ésta la función creativa y la función metafórica, funciones que hipotizaremos como co-pertenecientes a las dinámicas intrapsíquicas e intersubjetivas, es decir, como puentes dialógicos en sí mismos, vehículos capaces de activar y de activarse tanto en la relación psicoterapéutica como en el dinamismo intrapsíquico, con una circularidad que se refleja en la recuperación, sea de la homeostasis de la psique particular consigo misma, sea de la homeostasis entre la psique y el mundo que la circunda. (Clic aquí para seguir leyendo 2/4.)


Autor: Dr. Ricardo Carretero G.
Relación para el X Congreso del Centro Italiano di Psicología Analítica C.I.P.A.
5-6 de Febrero del 2000,  Roma

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